Internet es un gran universo digital con memoria propia, no solo por la capacidad de almacenamiento sino por la exponencial forma de compartir un contenido. Las redes sociales son el caldo de cultivo y el medio para que muchas personas anónimas, famosas o empresas terminen perdiendo la reputación, el honor, la credibilidad e incluso el trabajo.
Aunque creamos que un simple comentario irónico puede
resultar inofensivo, a la larga puede suponer un verdadero problema. Los años
pasan y la gente busca entre el big data para saber algo de nosotros, algo que
pueda ser perjudicial. Un departamento de Recursos Humanos antes de hacernos
una entrevista, el jefe, partidos políticos opuestos, distintos colectivos,
etc., pueden despertar viejos fantasmas.
La importancia
de lo que subimos a Internet
A veces no somos conscientes de que los comentarios, vídeos
o imágenes que subimos a las redes sociales pueden ser vistos y compartidos por
miles o millones de personas. Si nuestros amigos pueden traicionarnos a veces,
¿qué pueden llegar a hacer los que no conocemos?
Es importante que nuestra cuenta sea privada si queremos
compartir información o imágenes personales a nuestro entorno más próximo. Si
la dejamos pública lo mejor es actuar con precaución, compartiendo y expresando
nuestras ideas como si lo hiciéramos en la calle, ante desconocidos.
Hay que tener en cuenta que los servicios no son gratuitos.
Podemos abrir un perfil en las redes sociales porque pagamos con nuestra propia
información. Los datos personales son una de las nuevas monedas. La forma en la
que te expresas, las ideas que aportas, tus puntos de vista, los gustos o
aficiones, crean un perfil, una huella personal que grandes empresas o hackers
son capaces de pagar o robar. Si además rellenamos el formulario sobre nuestra
formación académica, ocupación profesional, localidad en la que vivimos y si
agregamos a nuestros amigos y familiares, nuestro perfil es más valioso. Y lo
más preocupante: una vez que está en Internet ya no puede borrarse. Realmente
nosotros somos el producto.
Es cierto que existe una legislación robusta que defiende la
protección de datos personales, pero no siempre se cumple por parte de empresas
que están fuera de la Unión Europea. Realmente no sabemos en qué países están
los servidores de las empresas o hackers que tienen nuestros datos, cuanta
información guardan o qué tipo de perfiles realizan sobre nosotros. Hoy somos
personas anónimas, adolescentes que hacen locuras, pero mañana podemos llegar a
ser personas públicas, famosas o influencers
a las que querrán desacreditarnos o extorsionarnos. Existe la libertad de
expresión, pero esta tiene dos caras dependiendo del sentido que se le dé a lo
que publicamos.
En el presente artículo me limitaré a exponer algunos
ejemplos de cómo perjudica y cambia la vida de una persona la publicación de un
comentario o imagen.
Estados Unidos
Justine Sacco
En 2013 era directora general de comunicaciones corporativas
en IAC. Durante unas vacaciones viajó de Nueva York a Sudáfrica, para visitar a
su familia. En el Aeropuerto Internacional John F. Kennedy comenzó a publicar
comentarios sobre pasajeros:
"'Tipo alemán
extraño: usted está en primera clase. Es 2014. Consigue un poco de desodorante'.
- Monólogo interno cuando inhalo BO. Gracias a Dios por los productos
farmacéuticos".
En distintas escalas iba publicando mensajes hasta que en la
última decide escribir lo siguiente:
"Ir a África.
Espero no tener SIDA. Es una broma. ¡Soy blanco!"
En Twitter solo tenía 170 seguidores. Después de 11 horas de
vuelo sin conexión, al llegar a Ciudad del Cabo, conectó su teléfono móvil y
recibió el mensaje de una amiga diciéndole que lamentaba mucho lo que estaba
pasando. Cuando Sacco descubrió que en la red social era Trending topic a nivel mundial fue demasiado tarde. La habían
linchado virtualmente con todo tipo de críticas e insultos. Su jefe también la
llamó para comunicarle que la cesaba de su cargo por el comentario. Aquello le
destrozó la vida.
Lindsey Stone
Cementerio Nacional de Arlington, Virginia (EEUU), posa ante
un letrero en la Tumba de los Desconocidos. En el letrero pone “silencio y
respeto” mientras ella sale en la fotografía burlándose. La subieron a Facebook
bromeando sobre la idea de desobedecer las señales. Lejos de interpretar el
gesto con el letrero, la gente lo interpretó como una ofensa a los fallecidos
en la guerra. Un mes después alguien encontró la foto y la compartió.
Fue despedida del trabajo, tuvo que cambiar de residencia y
entró en una profunda depresión.
Reino Unido
Paul Chambers
Este contable británico tenía previsto viajar en avión para
ver a su novia. Sin embargo el Aeropuerto Robin Hood estaba cerrado por un
temporal de nieve. A través de Twitter envió un mensaje de advertencia al
aeropuerto:
“¡Mierda!. El
aeropuerto Robin Hood está cerrado. Tenéis una semana para arreglar esta
porquería. ¡De lo contrario voy a volar el aeropuerto por los aires!”
Este comentario llegó al personal del aeropuerto que lo puso
en conocimiento de la policía. Fue despedido y enjuiciado a través de la
legislación antiterrorista por el desafortunado comentario, aunque finalmente
se le impuso una multa de 1.200 euros.
España
Guillermo Zapata
En el año 2011 hizo varios comentarios en Twitter que
posteriormente fueron recordados cuando llegó a ser Concejal de Cultura en el
Ayuntamiento de Madrid (España). Los que más llamaron la atención fueron dos:
“¿Cómo meterías a cinco
millones de judíos en un 600? En el cenicero”.
"Han tenido que
cerrar el cementerio de Alcásser para que Irene Villa no vaya a por
repuestos".
Este segundo comentario iba dirigido a una joven víctima de
un atentado terrorista de la banda ETA que perdió ambas piernas. A pesar de los
antiguos comentarios despectivos y humillantes, nunca dimitió como concejal.
Vilagarcía Susana
Camiño
Fue concejal del Ayuntamiento de Vilagarcía de Arousa, Pontevedra
(España), hasta que en 2014 hizo un comentario desafortunado en Twitter sobre
el asesinato de la que fue Presidenta de la Diputación en León:
“No quiero comentar
pero quien siembra vientos recoge tempestades”.
En esta ocasión, a diferencia del anterior, sí dimitió de su
cargo.
Màxim Huerta
Fue durante unos meses Ministro de Cultura y Deporte. Su
nombramiento resultó extraño por los mensajes que publicó tiempo atrás en
Twitter:
“Menos deporte creo
que hago de todo”
“Umberto Eco: “odio a
los deportistas”. Yo, el deporte. Qué manera de sobrevolar lo físico! Ozu”.
“Las tetas de anarosa
son de premio español. #gata5”
Este último twitt se refería a una presentadora de
televisión.
Fue criticado por su postura ante el deporte y el nivel
cultural que tenía. Finalmente fue cesado por otro motivo, aunque su imagen se
enturbió.