Inicios del hacking



El padre de la generación del Silicon Valley es el alemán Konrad Zuse, nacido en 1910. Ingeniero civil, trabajó en la fábrica de aviones de Henschel en Dessau hasta que lo dejó. Cansado de realizar cálculos rutinarios a mano, decidió en 1938 dedicarse a crear, en casa de sus padres, una calculadora mecánica binaria llamada Z1. Lo que hoy llamamos el software, era una cinta perforadora que contenía las instrucciones para que funcionara. Desgraciadamente no se perfeccionó lo suficiente y los planos originales se destruyeron en la II Guerra Mundial. En 1945 diseñó el lenguaje de programación Plankalkül y en el año 2000 la Universidad Libre de Berlín lo implementó. Konrad Zuse también fue el primero en crear la primera empresa de ordenadores del mundo, la Zuse-Ingenieurbüro Hopferau.

El hacker que dio un giro a la II Guerra Mundial
En 1918 la empresa alemana Scherbius & Ritter patentó una máquina que cifraba mensajes llamada ENIGMA y cuyo objetivo era para uso comercial civil. Sin embargo, en 1926 la Armada alemana la destina para uso militar. Será en la II Guerra Mundial cuando tenga un papel protagonista ya que permitía enviar mensajes cifrados sin que pudieran conocer su contenido los Aliados. Frente a otras máquinas como la británica Typex o la estadounidense SIGABAENIGMA era la más segura y robusta, de fácil manejo e inviolable.

Debido al bombardeo sobre los convoyes de ayuda material que llegaban desde Estados Unidos a Francia e Inglaterra, estos últimos intentaron descifrar las comunicaciones alemanas y anticiparse a sus ataques. Sin embargo, el obstáculo era ENIGMA. Desde la mansión victoriana de  Buckinghamshire, Inglaterra, se creó una instalación militar llamada Bletchley Park con el objetivo de crear un grupo de criptógrafos que pudieran descifrar los códigos alemanes. Al frente del grupo se encontraba Alan Turing, matemático y criptógrafo, quien consiguió “hackear” el código de ENIGMA diseñando un dispositivo llamado Bombe. Gracias a esto, los aliados tuvieron acceso a los mensajes secretos de los alemanes durante toda la guerra y conocer los movimientos de tropas que pretendían realizar, las tácticas y los planes.

En cierto sentido, Alan Turing puede considerarse uno de los primeros hackers en romper el sistema de cifrado a través de una serie de brechas.

El Bluebox, la antesala de la revolución hacker
Antes de que se popularizaran los ordenadores personales la telefonía era la forma de comunicación que estaba al alcance de todos. El problema residía en el coste de las llamadas, sobre todo las internacionales. Hasta que no llegó la automatización de las llamadas telefónicas, era imposible saltar los filtros de seguridad frente a las operadoras que hacían las conexiones manualmente. Con la implantación de equipos electrónicos, muchos jóvenes se sintieron atraídos por la nueva tecnología y con ella el movimiento phreakers o hacking telefónico. El padre e impulsor de este movimiento fue John Draper, más conocido como Capitán Crunch.

Draper descubrió que la telefonía funcionaba a través de diversos tonos, como el de 2600 Hz que podía resetear las líneas de la compañía Bell. Emitiendo esos tonos conseguían engañar a las centralitas automatizadas y realizar llamadas gratis. Curiosamente John Draper puso en práctica esta teoría a través de un silbato que regalaban al comprar los cereales Crunch. La prueba funcionó y decidió crear un dispositivo que emitiera sonidos a distinta frecuencia. Compró un altavoz y construyó una caja con un circuito y un teclado. Cada vez que pulsaba una tecla emitía un determinado tono que reconocía el sistema de la compañía telefónica como un código.

Le siguieron otros como Al Bernay, Ben Decibel, Evan Doorbell, Joe Engressia, Bill desde New York o Mark Bernay, aunque los más famosos fueron los fundadores de Apple antes de diseñar el primer ordenador personal completo: Steve Wozniak y Steve Jobs.

Esta fue una manera de conocer el sistema de comunicación telefónica y descubrir sus brechas tal y como posteriormente comenzó a hacerse en el mundo de la informática. De hecho, muchos piratas informáticos iniciaron su andadura en el mundo del phreakers.

ARPANET y la guerra de los hackers
Antes de 1969 podía decirse que los hackers eran ingenieros y estudiantes universitarios cuyo ámbito de actuación era muy reducido. Grandes corporaciones y universidades creaban laboratorios para el desarrollo tecnológico. Sin embargo, el 29 de octubre de 1969 se abre una puerta al mundo global y con ella la carrera digital.

La Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada (actualmente denominada  Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa) desarrolló un programa llamado ARPANET (Advanced Research Projects Agency Network) en el que conectaron cuatro centros de investigación a través de una red de telecomunicaciones: DARPA del Departamento de Defensa de EE.UU, Corporación RAND, el MIT y el NPL del Reino Unido. La utilización de la red para uso civil tuvo tal éxito que se extendió rápidamente y con ello el contacto de los hackers que hasta el momento estaban aislados. Gracias a ARPANET era más fácil y rápido compartir información, colaborar en investigaciones y desarrollar nuevas ideas. De ahí surgió el diccionario hacker llamado Jargon File, actualmente conocido por The New Hacker's Dictionary.

Al igual que ARPANET permitió una mayor interacción dentro de la comunidad científica, también supuso un campo de batalla que ha llegado hasta nuestros días. Un ejemplo fue el desarrollo de sistemas operativos, lenguajes de programación y redes de comunicaciones. La empresa DEC creó la computadora DPD-10 en 1960 con el sistema operativo TOPS-10. En el Instituto Tecnológico de Massachusetts se instaló uno de estos equipos y un grupo de estudiantes decidió crear otro sistema operativo más innovador llamado ITS. Gracias a esta iniciativa, comenzaron a surgir distintos lenguajes de programación. Al mismo tiempo, Nokia Bell Labs creó su propia red de comunicaciones llamada Usenet, el sistema operativo UNIX y el lenguaje de programación C.

La carrera había comenzado y con ella los hackers que hoy conocemos.